Lo que ocasiona el dinero
La avaricia es un vicio que no está moralmente aceptado por la sociedad, aún cuando está presente en todos lados, incluyendo entre la familia. Es un deseo desesperado de poseer riquezas para solo guardarlas y no para gastarlas o disfrutarlas. La gente avara no disfruta de su vida pues están empeñados a tener muchas riquezas. Incluso cuando ya tienen muchos bienes económicos no están dispuestos a disfrutarlos, porque lo único que les interesa es atesorarlos y tener más. Según la definición de la RAE, la avaricia es “Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas” Se presenta generalmente en forma de la Usura, esto se refiere a cuando una persona utiliza el dinero como medio para obtener más dinero. El egoísmo es producto de la avaricia, pues la gente avara no tiende a compartir sus bienes o bien toman decisiones de manera que solo ellos salgan beneficiados. Durante este texto se va a plasmar como el autor Jorge Ibargüengoitia representa y hace sátira , en el libro "Dos Crímenes", al concepto de la avaricia y sus consecuencias en el entorno personal y familiar. En el libro "Dos Crímenes" de Jorge Ibargüengoitia se presentan varios casos de avaricia y egoísmo entre la familia. Mientras va avanzando la historia se va acentuando la codicia de los personajes. Todos los primos de Marcos desean poseer las riquezas del tío Ramón. Las anhelan tanto que hacen lo que sea con tal de recibir una pequeña parte de la herencia.
Se aprecia muy bien el deseo de obtener una parte de la herencia en el comportamiento de el primo Fernando y el primo Gerardo durante la partida de póker. En el siguiente diálogo se observa como el primo Fernando y el primo Gerardo dejan al tío ganar con tal de complacerlo "...Fernando barajó y repartió —¿Corrida mata a tercia? —pregunté. Los tres me dijeron que sí, pero poco rato después yo tuve corrida y mi tío tercia y tercia mató a corrida y mi tío recogió las apuestas. —Tercia mata a corrida —me explicó Gerardo que me veía descontento— cuando es póker abierto de siete cartas, como el que jugamos en esta partida" (Ibargüengoitia, 56). También, en el siguiente ejemplo se nota como Amalia cambia de actitud respecto a Marcos para complacer al tío cuando el tío miente de que él llamó a Marcos "—Tus primos —dijo— tienen mucho interés en saber a qué viniste a Muérdago, Marcos. No te mortifiques inventando pretextos. Diles la verdad. Diles que viniste porque yo te mandé llamar" (Ibargüengoitia, 45). El egoísmo viene ligado con el concepto de avaricia pues una vez que las personas avaras cumplen con su deseo de tener mucho dinero no lo quieren gastar y mucho menos compartirlo, es decir el egoísmo es lo que impulsa a la avaricia. Durante toda la novela se van presentando varias ocasiones en las que la avaricia de los personaje los ciega y se vuelven egoístas con sus propios familiares. El egoísmo y el deseo tan grande por dinero hace que los personajes olviden que son familia y harán cualquier cosa con tal de no compartir su fortuna aun cuando no la necesiten. “...¿Entiendes ahora cuál es la situación? —Sí, está muy clara. —Entonces no has entendido. No está clara. En los cálculos que hemos hecho mis hermanos y yo no entrabas tú. Por eso te pido, a nombre de mis hermanos y en el mío propio, que apenas sepas qué es lo que va a heredarte mi tío, nos avises, para que nosotros sepamos qué es lo que nos va a tocar y podamos hacer nuestras cuentas. ¿Te parece bien, actuar como buenos primos?” (Ibargüengoitia, 52). En este ejemplo se observa claramente el egoísmo que la avaricia le causa al primo Gerardo cuando se entera de que posiblemente tenga que se tenga que dividir la herencia en más partes. Esta misma situación se presenta mas adelante en la novela cuando los primos intentan comprar a marcos para que el renuncie a su parte de la herencia. “—Vamos a no preocuparnos de lo que te diga mi tío. ¿Cuánto consideras tú que vale tu parte de la herencia? Dínoslo ahora, porque mis hermanos y yo estamos dispuestos a comprártela en este momento. Di un número [...] —Pues piénsalo esta noche —dijo Alfonso— y nos dices mañana mismo. Es una operación muy sencilla la que tenemos que hacer. Nosotros te entregamos el dinero y tú firmas un papel renunciando a la herencia” (Ibargüengoitia, 102). Este tipo de comportamiento también se ve el egoísmo que corre entre la familia pues los primos intentan comprar a marco de tal manera que no tengan que dividir la herencia en más partes. Esto quiere decir que no tienen ningún deseo de compartir sus posibles riquezas y hay es donde se ve plasmado elegoísmo. Toda la novela de Jorge Ibargüengoitia gira alrededor de una gran mentira, esta mentira es que Marcos es un consultor de minas y le propone un negocio al tío en el cual tiene que invertir un millón de pesos y recibirá más de lo que invirtió. Esta mentira se puede tomar en cuenta como avaricia por dos razones muy simples. Una de ellas es que involucra el concepto de la usura que es cuando una persona usa dinero para obtener más dinero. La otra es que Marcos engaña al tío por motivos egoístas. Solo pensó en su beneficio y no en las consecuencias que le pudieran traer al tío. En el siguiente ejemplo se ve como empieza toda la mentira por el egoísmo de Marcos y de como involucra a su tío sin pensar en nada más que en su bien. “—A proponerte un negocio. —¿Ah sí? Más vale que sea bueno —dijo mi tío y encendió otro cigarro en la brasa del anterior—. ¿En qué consiste? —¿Sabes lo que es la creolita? —No. —Es un mineral que. . . —No me digas qué es, dime qué tiene que ver con el negocio. —Que yo sé dónde hay creolita. —¿Cuánto cuesta sacarla? —Un millón de pesos. —¿Y ya que la sacamos en cuánto la vendemos? —Entre cuatro y cinco millones. —¿Cuánto tiempo nos tardamos en sacarla? —No más de seis meses. —Está bien. Me interesa el negocio. Don Pepe intervino: —No le contestes así —dijo a mi tío—. Deja que nos explique —y preguntó dirigiéndose a mí—. ¿Cómo se extrae la creolita? —En este caso es muy sencillo, porque hay una galería que llega al yacimiento. Es una mina abandonada. —¿Está en el Estado del Plan de Abajo? —quiso saber mi tío. —Sí. —Mejor, porque si tenemos problemas de licencia nos da una manita el Gobernador, que es mi amigo. Acepto el negocio. Yo, igual que don Pepe, sentía que estábamos poniéndonos de acuerdo demasiado pronto. —Te advierto, tío —dije—, que antes de hacer la inversión total conviene hacer lo que se llama un estudio de costos y rendimientos, que incluye un levantamiento topográfico y unos muestreos para tener una idea aproximada del volumen del mineral explotable, porque las cifras que te estoy dando por el momento son a ojo. —A mí me parece muy sensata esa actitud —dijo don Pepe. Mi tío hizo un gesto de resignación. —Pues que se haga el estudio de costos y rendimientos. Este era el momento que yo había esperado. —Cuesta cincuenta mil pesos —dije” (Ibargüengoitia, 33-34)