No aceptar nuestros actos, ¿error o acierto?
“Los errores pasan, sólo la verdad permanece.” (Denis Diderot). Al hablar de errores y aciertos, no solo se habla de pruebas en los exámenes o de la respuesta a una operación matemática, o también se habla de enseñanzas adquiridas por actos hechos en la vida cotidiana de las personas basados en el bien y el mal. En la novela de “Dos Crímenes”, escrita por Jorge Ibargüengoitia, se habla el tema de los errores humanos de una manera subliminal que, solamente al analizar a fondo el texto, se podrá encontrar a lo que se refiere esto. Es así como el no aceptar nuestros errores, podrá entonces causar problemas a otros, aprender a aceptar las consecuencias de los actos cometidos enseña a ser mejores personas y poder así ejercer un papel diferente ante la sociedad en cualquier época. Hablar sobre la persona que se juzga culpable es fácil, pero lo difícil es cuestionar el trasfondo de esta. ¿Cuántas veces se detienen a pensar todas las causas posibles de haberlo cometido? Entre ellas ser inculpado, esto sucede, ya sea por estar en el momento inadecuado en el lugar inadecuado, o por no comportarse de manera lícita ante los ojos del poder. De cualquier manera, se considera más fácil afrontar un delito no realizado a huir por falsa acusación.
"Estaba a la mitad de "Patrulla guajira" cuando tocaron a la puerta. Creí que serían los vecinos que llegaban a protestar, porque era más de la una. Al abrir la puerta me extrañó que no hubiera nadie frente a mí. Asomé al pasillo y vi, a unos metros, la figura de un hombre chaparro, con las manos en los bolsillos. Como la luz es muy mala en ese pasillo —la dueña pone focos de 20 watts— me tardé un momento en distinguir el rostro solemne de Evodio Alcocer.” {Ibargüengoitia, 1987, p.4}. Es en esta parte donde empieza el primer conflicto, es el punto exacto en el que el lector podría entender e interpretar que las cosas andan mal y todo cambia el rumbo a una atmósfera un poco más tensa e incómoda para el personaje principal, Marcos, porque él no contemplaba como invitado a este personaje que de cierta manera crea incomodidad ante él, la Chamuca y sus invitados. Es justo como cuando tus padres te obligan a invitar al primo que no te agrada de la familia. “No me hizo ninguna gracia que llegara a esas horas otro que no había sido invitado, y con más razón tratándose de Evodio, a quien respeto, porque se? que es un activista de corazón, pero cuyas opiniones no comparto, no es de mi grupo ni tengo mucho en común con él. No obstante, le dije: —Evodio, que? gusto de verte. Pasa.” (Ibargüengoitia, 1987, p.4.) En casos como el que se presentó anteriormente, es posible darse cuenta del punto que se trató previo al ejemplo dado, Evodio no era bienvenido en la fiesta. La razón era completamente obvia, Marcos no tenía mucho en común con él y mucho menos compartían misma o común manera de pensar, por lo tanto, no era grata su compañía y se complicaba la buena relación y convivencia.
También se podría observar que el personaje de Marcos es una persona muy amable y generosa; muchas veces tener cualidades como estás que presenta él hace posible que las personas se aprovechen y son las causas principales de que vivan en conflictos y problemas todo este tipo de persona, las cuales tienen este tipo de cualidades. Aunque por más de una experiencia de vida, se podrá observar a futuro que por diferentes razones, tales como, dinero, necesidad, interés, lujuria, entre otras, la gente podría dejar de ser ese tipo de persona generosa que aunque no compagine de manera completa con la persona, le abre la puerta de su casa aunque sea por una sola noche para que esta se encuentre bien y ayudarlo a escapar un momento de su realidad aunque le cause problemas. "A esa hora uno de mis compañeros me dijo que alguien me llamaba por teléfono. Cuando tomé la bocina tardé un momento en reconocer la voz de Estefanita, la portera del edificio donde vivíamos. Parecía agitada: —Con la novedad, señor Marcos, de que vinieron cuatro del Gobierno a buscarlo. Preguntaron por usted y por la señora y quisieron que les abriera la puerta del departamento. Yo les abrí, creyendo que estaría vacío y ellos se llevaron al señor que estaba en la sala, durmiendo en camiseta. Me preguntaron dónde trabajaban usted y la señora y, le juro, don Marcos, que les dije que no sabía, pero se me hace que no han de tardar en llegar a buscarlo. Le aviso, para que esté prevenido." (Ibargüengoitia, 1987, p.6,7). Y así empezó la aventura, con todo y su ángel guardián que en este caso es Estefanita, nunca se puede estar seguro de que de una buena acción va a salir una buena contestación a ésta.
A toda acción, viene una reacción proporcional o inversamente proporcional a ella, en este caso fue completamente negativa, algo que a opinión del lector se puede entender en los párrafos siguientes: "Antes de que yo acabara de explicarle a la Chamuca lo que había pasado, ella empezó a abrir cajones y a sacar cosas a las que les tenía afecto —un llavero de sordomudo, un pisapapeles con una florecita adentro, etc.— y a echarlas en la bolsa." (Ibargüengoitia, 1987, p.7). Ésta, es considerada como una de las peores decisiones ya que, si no eres culpable de nada no tienes razón alguna para temerle a la autoridad. Sin en cambio, al escapar es sinónimo directo de culpabilidad, también entendido como una manera de confesión involuntaria. Al escapar, primeramente, la novela ahora podrá entonces recibir su nombre, “Dos Crímenes”, uno es por el que están acusados (el incendio de El Globo) y el otro es el escapar de la autoridad u obstrucción ante la ley. Al decidir huir para pedir ayuda de diferentes maneras, Marcos va con su tío y la Chamuca con su prima, se infiere desde un principio que sus caminos ahora estarán más separados de lo que habían estado dese hace mucho, según lo que se narra al principio de la novela. Entonces, después de todo esto, por fin se podrá entender que la lección más importante que aprendemos en nuestra niñez, decir la verdad, no solamente se hace efectiva en la infancia.
Una persona honesta obtiene demasiadas regalías a su trabajo y proporciona entonces una manera de vida totalmente independiente a cualquier miembro de su familia, ya que, se vuelve completamente autónomo y no necesita que nadie le extienda la mano en muestra de ayuda o apoyo. Es así como se logrará entender que la manera en la que nos podemos evitar de problemas y ayudar a que la gente no tenga problemas, es aceptar el resultado que la acción arroje, sea cual sea éste. Una vez que nosotros tomamos la decisión de hacer algo, somos inmediatamente responsables de las consecuencias. Por ende, se intuye, que a buena aceptación de problemas, buena manera de resolución a ellos, dado que, los problemas que se adquieren son de la persona y no del mundo; es así la manera más fácil de entender como una decisión propia no solo afecta al individuo que la toma, afecta a los terceros más cercanos a éste o a los que el mismo decida inmiscuir para solucionar más fácil su problemática.
El hecho de inmiscuir a otras personas en nuestros problemas, es el mayor signo de irresponsabilidad que se puede ver en la vida; una vez que nosotros hemos decido realizar una acción solos, no hay razón alguna para meter a alguien más en nuestro problema si es que esa persona no tiene nada que ver. Si el aceptar las acciones es un acierto. ¿Por qué no hacerlo siempre? ¿Por qué pedirle a otra persona que acepte la culpa por nosotros? No hay nada mejor que pueda hacer el ser humano, más que aceptar sus errores, y sobre todo, asumirlos. Ibargüengoitia, J. (1987). Dos crímenes. México, D.F.: Joaquín Mortiz. Errores. (2010). Proverbia. Recuperado el 9 de septiembre de 2015, el http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=19